Severiano Gil

Melilla, España
Escritor e historiador. Nacido en Villa Nador (Marruecos) en 1955. Se traslada con su familia a Melilla a mediados de los sesenta, aunque no deja de estar en contacto con el entorno marroquí, en especial con la que fuera región oriental del antiguo Protectorado.

jueves, 6 de febrero de 2014


Detrás del viento...

Severiano Gil 2003

¿Qué hay detrás del viento? ¿Qué hay más allá de donde empieza?

Porque debe de haber un comienzo, un momento y un lugar, digo yo, en donde el aire se sienta impelido por vez primera, para ir acelerando y acabar llegando hasta nosotros.

Pero es difícil de ver. Puesto de cara al viento y dejando la vista alcanzar el confín más lejano, nada se ve, nada se aprecia que pueda estar relacionado con el origen del viento, excepto en Tarifa, dicen, que no se sabe si el enorme campo de molinos gigantes se mueve a fuerza de viento, o son sus aspas tremendas las que, al girar, lo producen.

Los técnicos, los ingenieros, dicen que es al contrario, pero yo dudo. Lo mismo que con los molinos de Holanda o los más cercanos de La Mancha, resulta igual de creíble pensar que el viento los mueve o que son ellos el origen del movimiento eólico; a lo mejor por eso dudaba también don Quijote...

Pero no, que nos vamos del tema.

Retomando: el aire no se ve, y sin embargo tenemos que creer a quien nos dice que el viento se origina por un desequilibrio térmico de la atmósfera, recalentada por el sol que, al ascender, deja un vacío que la masa de aire se apresura en llenar, produciendo la corriente, el movimiento, que llamamos viento.

Bien, puede aceptarse; pero cuando el aire le acaricia a uno la cara, y mueve las hojas de los árboles, transportando olores y ayudando al sonido a propagarse mejor, es difícil pensar en recalentamientos, en vacíos atmosféricos y en desequilibrios termodinámicos.

Por mi parte, prefiero pensar que, en el punto de salida del viento hay algo mucho más poético o etéreo que lo empuja. Pero no acierto a saber qué es.

Podría ser un dios, elemento socorrido donde los haya, o un demonio, tan socorrido como el anterior, sólo que más humano y terrenal, por aquello de que le resulta más fácil ser malo; podría ser una máquina extraterrestre, o una fuerza invisible...

A lo mejor es una idea, una promesa, una deuda, una mujer...

Por otro lado, ¿qué importa? El caso es que el viento sopla, mueve los veleros, inclina el humo y, si sopla a favor, te trae los aromas de un millar de cocinas donde, después de la puesta de sol, se preparan las cenas de quienes, probablemente, jamás perderán el tiempo en preguntarse ¿qué hay detrás del viento?

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