Severiano Gil

Melilla, España
Escritor e historiador. Nacido en Villa Nador (Marruecos) en 1955. Se traslada con su familia a Melilla a mediados de los sesenta, aunque no deja de estar en contacto con el entorno marroquí, en especial con la que fuera región oriental del antiguo Protectorado.

jueves, 6 de febrero de 2014


Está de moda

Severiano Gil 2004

Está de moda cuidarse el cuerpo, aunque sea a costa de machacarnos el alma con el estrés que nos produce el estilo que vida que, por otro lado, nos obliga a mantener nuestro cuerpo cuidado.

No es un silogismo enrevesado, sino el planteamiento más coherente posible del argumento de nuestras vidas.

Está de moda ser anti-tabaco; aunque buena parte de los presupuestos que se destinan a las campañas al efecto procedan de la recaudación que se consigue de la industria tabaquera.

Está de moda ser progresista, aunque tengamos que volvernos acérrimamente conservadores para evitar que el desarrollo alcanzado se nos vaya por el desagüe de la permisividad.

Está de moda ir a la moda; aunque el interesado corra el riesgo de volverse loco intentando discernir qué tendencia es la que le conviene, o le gusta, de entre tanta oferta equívoca, porque ahora todo en la moda vale, todo es moda.

Está de moda ser solidario; aunque, para serlo, debamos desentendernos de problemas cercanos y conocidos, para dirigir todas nuestras empatías –así se dice ahora— hacia las solidaridades que están de moda.

Está de moda ser liberal en asuntos de sexo; pero no damos jamás nuestro brazo a torcer, plantando cara a los liberales que pretenden abrirnos la mente en otra dirección.

Está de moda ser pacifista; aunque para ello tengamos que apedrear lo que se ponga por delante en un intento de impedírnoslo.

Está de moda ser guapo, y llegamos a adaptar el concepto para que encaje incluso en los físicos menos agraciados.

Está de moda ponerse a régimen para, en las fechas adecuadas, ponernos a morir bebiendo cerveza o devorando embutidos y turrón.

Está de moda ser original; aunque copiemos las originalidades de otros, que es lo único que hace el que va a la moda.

Está de moda comprar literatura, y luego leer las revistas que hablan de los libros y sus autores para poder opinar en cualquier reunión.

Está de moda apadrinar niños que viven a cinco mil kilómetros; aunque se mueran de hambre los de las chabolas del extrarradio de nuestra ciudad.

Está de moda preocuparse por la tercera edad, y creamos residencias maravillosas donde aparcar a los viejos mientras llega o no llega la hora fatal.

Está de moda preocuparse por la educación de los hijos, y conseguimos que sean los mejores y más rápidos en los estudios, para que alcancen cuanto antes un destino profesional que les va a esclavizar de por vida.

Está de moda tener perro, porque nos gustan los animales y la naturaleza –decimos--; pero le torturamos adiestrándolo para que se comporte como el humano que le ha encarcelado en el urbanismo más antinatural.

Está de moda tomar café descafeinado, leche sin su esencia, pan sucio de salvado, dulces sin azúcar, tabaco sin nicotina y conservas sin aditivos..., tenemos incluso pollos sin plumas, y muslos de pollo sin el pollo; y, dicen, que el sexo virtual de Internet sustituirá los riesgos del cuerpo a cuerpo tradicional.

Está de moda comprarse una casa; aunque sea para pasarse la vida pagando un alquiler al banco y, al morirnos, tener que comprar también el apartamento para la eternidad.

Está de moda ser rápido de decisiones; aunque perdamos mucho tiempo planeando la mejor forma de llevarlo a cabo.

Está de moda no ser xenófobo, y para ello somos capaces de renegar de nuestra propia cultura.

Está de moda estar de moda; aunque luego te cueste tu intimidad.

Está de moda tener orejas, para poder llevar pendiente.

Está de moda comprometerse con el desenfado y la trivialidad.

Está de moda escribir tonterías como ésta, y leerlas.

Y dicen que está de moda llevar el pelo rapado, como el que suscribe, cuando mi aspecto es el resultado de estar hasta las narices de la moda.

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